La firma de Pablo Hernández: «Mucho más que un mundial»
Para Pablo Hernández «la sociedad española, con las mujeres al frente, dijo se acabó»
El pasado 20 de agosto, la selección española de fútbol se proclamaba campeona del mundial femenino celebrado en Australia y Nueva Zelanda. La sobresaliente trayectoria de nuestras futbolistas puso de manifiesto el momento de eclosión que vive el fútbol femenino en España. Basta señalar que la selección sólo había ganado un partido en los dos únicos campeonatos del mundo para los que se había clasificado anteriormente.
La victoria contra Inglaterra, vigente campeona de Europa, desató la alegría de la afición, que seguía el partido en sus casas o en las pantallas gigantes instaladas en la calle en varios pueblos y ciudades del país.
Desgraciadamente, el presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, desvió el foco del triunfo por sus gestos obscenos en el palco de autoridades y por un beso no consentido a la jugadora Jennifer Hermoso. Las imágenes vistas por medio mundo pronto se hicieron virales y desencadenaron una polémica de proporciones desconocidas.
Los intentos por diluir el escándalo fueron en vano y desembocaron varios días después en una asamblea en la que se daba por hecho que Rubiales anunciaría su dimisión. Sin embargo, envalentonado por el ecosistema endogámico de la Federación y la complicidad de un auditorio que prorrumpía en aplausos con cada barbaridad que salía de su boca, optó por enrocarse en sus posiciones. Fue una de las cosas más bochornosas que he presenciado en mi vida.
Pero ya era tarde. La sociedad española, con las mujeres al frente, dijo “se acabó”. Se acabó el tratar a las mujeres con condescendencia y como objetos para el disfrute propio. Se acabó la impunidad. Se acabó el “siempre se ha hecho así”. Se acabó el menosprecio.
Aquel julio de 2010, Iniesta y compañía nos regalaron una estrella en el pecho que siempre recordaremos. Este agosto de 2023, Carmona, Hermoso y las demás nos han regalado otra estrella y, lo que es más importante, un grito de dignidad del que se beneficiarán las generaciones presentes y futuras.
Pablo Hernández
